Reflexión bíblica para el año de misericordia:Reconociendo al misericordioso. La curación de los diez leprosos (Lc 17: 11-19)

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El episodio de la curación de los diez leprosos en Lucas 17: 11-19 es parte de la narración de viaje lucana (Lc 9: 51-19: 44) en la que se describe el viaje de Jesús a Jerusalén con sus discípulos. El episodio del encuentro entre Jesús y los diez leprosos comienza con el versículo siguiente: "En el camino a Jerusalén, Jesús pasaba por la región entre Samaria y Galilea." A la vista del viaje que había comenzado en Lc 9:51, " Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, ", entendemos que Jesús se mueve resueltamente hacia su pasión y quiere cumplir su destino de profeta en la ciudad santa.

La historia de la curación de los diez leprosos tiene dos partes bien diferenciadas: a) Los versículos 11-14 y b) Los versículos 15-19. La primera parte narra la curación, que contiene los elementos habituales de una historia de curación: Un grito de ayuda de aquel que está enfermo o necesitado; la respuesta inmediata de Jesús; y, como consecuencia, una curación en el acto de obediencia (véase también, Jesús limpia a un leproso en Lc 5: 12-16). La segunda parte de la historia se ocupa de la salvación de un no-judío (= extranjero), que vuelve a Jesús, da gracias a Dios y expresa su agradecimiento a quien lo ha curado. En respuesta, Jesús le otorga la bendición de la salvación.

El encuentro con aquellos que necesitan misericordia
La historia de la curación de los diez leprosos se narra sólo en el Evangelio de Lucas. Sin lugar a dudas, la geografía juega un papel importante en el Evangelio de Lucas y proporciona el entorno para comprender muchos acontecimientos. En esta narración también, la frontera entre Galilea y Samaría es un lugar apropiado para una historia que involucra tanto a Jesús como a un samaritano (v.16). Por otra parte, la mención de 'Samaria' al comienzo de esta historia en el versículo 11, prepara a los lectores para apreciar al leproso agradecido, un samaritano que volvió a dar gracias al Señor en los vv.15-16. Al igual que el protagonista de la parábola del buen samaritano (Lc 10: 25-37), que se presenta como un "modelo de amor ', aquí el samaritano agradecido, un no-judío (v.18), es el modelo presentado como ' modelo de fe ' para los oyentes judíos. Lo que Lucas pone de relieve en este encuentro es la "fe" en Jesús del leproso, su curación y su salvación (v.19).

El versículo 12 presenta el detalle importante de que había diez leprosos. En los tiempos bíblicos, la lepra era una enfermedad contagiosa temida y llevaba consigo un estigma social humillante. A los leprosos no se les permitía vivir dentro de los límites de la ciudad y tenían que vivir fuera del habitat humano. Esto se debía a que se consideraba que el leproso estaba bajo una maldición divina y por consiguiente estaba condenado al ostracismo de la comunidad, a vivir fuera del pueblo (Num 5: 2-3; Lev 13: 45-46). Una vez fuera, tenía que mantener una distancia con los demás y tenía que avisar a gritos que era impuro cuando alguien se acercaba para que pasara de largo. Esta es la razón por la Lucas presenta a los leprosos en esta historia de pie a distancia (v.12) y gritando al unísono a Jesús. Teniendo en cuenta el estigma social asociado a la lepra, lo más probable es que los leprosos formararan sus propias colonias (cf. 2 Re 7: 3), y se posicionaran en las carreteras con el fin de pedir limosna. Es uno de esos grupos que pedía misericordia cuando Jesús pasaba.

Escuchar la voz suplicante
Los diez leprosos llaman "maestro" a Jesús. En el Evangelio de Lucas, esta es la única vez en que Jesús es llamado "maestro" por alguien no es un discípulo. Por lo general, su voz suplicante (por lógica humana) debería haber sido para pedir limosna, conociendo sus condiciones socioeconómicas. Sin embargo, en su grito, "Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros", había mucho más que una petición ordinaria. Aquí, "misericordia" (eleos) ciertamente se refiere a una solicitud de bondad para alguien que está en necesidad. Cuando Jesús los ve y escucha sus ruegos, les dice que vayan y se presenten a los sacerdotes. ¿Por qué a los sacerdotes? Para un israelita, la lepra significaba una "expulsión" automática de la comunidad y ya no formaba de la alianza de Dios. De acuerdo con las normas establecidas en el libro del Levítico, presentarse al sacerdote después de la curación de una enfermedad tan temida, era una necesidad absoluta conforme a la ley (Lev 14: 2-32). La readmisión en la comunidad sólo era posible presentándose al sacerdote, que tenía encomendada la tarea de salvaguardar la pureza y la integridad de la comunidad. Tenía que comprobar la curación de la persona infectada y, si ese era el caso, anunciar la curación. Cuando Jesús curaba a los leprosos, trataba de 'restablecerlos' dentro de la alianza de Dios y convertirlos de nuevo en miembros de la comunidad de la alianza.

A medida que los diez leprosos obedecieron la orden de Jesús, quedaron limpios. En esta coyuntura, el texto deja las preguntas de los lectores con una cierta intriga. ¿Por qué el leproso samaritano tiene que ir a los sacerdotes judíos? Estaba el samaritano, considerado como un no-judío, incluido del mandato de ir al sacerdote para cumplir con los requisitos legales? ¿O debía ir a un sacerdote samaritano? Estas preguntas son naturales y despiertan la curiosidad de los lectores. Sin embargo, en este punto de la narración, nosotros, los lectores no somos conscientes de que uno de los diez leprosos es un samaritano, pues el narrador no lo ha mencionado todavía.

Volviendo a la fuente de la misericordia
Es interesante observar que la curación de los leprosos a menudo se lleva a cabo sólo después de que obedecen el mandato de Jesús. En su camino, uno de los diez, dándose cuenta de que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz. Además, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. La acción de caer postrado a los pies de Jesús es ciertamente un reconocimiento por su parte de que Dios está actuando en y a través de Jesús. En esta coyuntura, el narrador revela la identidad del leproso curado, que era un samaritano, que pertenecía al grupo de los no-judíos, que eran despreciados y marginados de las bendiciones de la comunidad de la alianza.. Es importante señalar que la fe del leproso no se muestra antes, sino después de su curación. "Tu fe te ha hecho bien", el verbo "hacer bien" (en griego s?z?is) el mismo que muy a menudo se traduce como “ser salvo."

Podríamos preguntarnos: ¿Por qué Jesús reprocha a los otros nueve leprosos que no volvieran (vv.17-18) cuando les había dicho que fueran y se presentaran a los sacerdotes para que confirmaran la curación de la temida enfermedad y los liberaran de su estado de impureza sociocultural? Pues bien, el texto no da respuestas. Por otra parte, la identidad de los otros nueve leprosos no se revela explícitamente en la historia. Sin embargo, "Id y mostraos a los sacerdotes" sin duda indica que eran judíos. Es de notar que en su miseria y sufrimiento, los leprosos (ya fueran judíos o samaritanos) estaban viviendo juntos. La privación y la angustia los hicieron olvidar sus diferencias étnicas y vivían en fraternidad. En este contexto cultural, uno se acuerda de la relación frecuente entre los judíos y los samaritanos, marcada por la hostilidad. Los samaritanos tenían un credo de cuatro aspectos: 1) Un Dios: YHWH; 2) Un profeta: Moisés; 3) Un libro: La Torá; y 4) y un solo lugar: El Monte Garizim. Los Judios estaban de acuerdo con los samaritanos en 'Un Dios' y no estaban de acuerdo con el resto. Una de las causas fundamentales de la fricción entre las comunidades en relación con el culto se encuentra en el diálogo entre Jesús y la mujer samaritana en Juan 4: 20 sobre en qué monte debe uno adorar a Dios. ¿En el monte de Jerusalén o en el monte Garizim, donde adoran los samaritanos? Teniendo en cuenta estas tensiones entre judíos y samaritanos, ambos grupos trataban de evitar el paso por el territorio de los otros y aquellos que viajaban a Galilea hacían un desvío en el viaje para evitar Samaría. Sin embargo, haciendo caso omiso de estas diferencias culturales, Lucas hace en dos ocasiones que los samaritanos sean los "heroes” de sus historias.

La curación del leproso samaritano en Lucas 17: 11-19 trata de un extranjero que era doblemente marginado por los judíos contemporáneos. En primer lugar, era samaritano, un marginado social y un hereje; y en segundo lugar, era leproso, desprovisto de las bendiciones de la alianza. Pero esto no le impide recibir la bendición completa del ministerio de Jesús. Una vez más, a través de esta historia, Lucas subraya que el ministerio de Jesús en efecto va más allá de los límites y abarca a los forasteros, los marginados, los enfermos y los pecadores, a quienes eran considerados los últimos, el menores y los perdidos en la sociedad.

En Lc 4:27, cuando Jesús estaba en la sinagoga de Nazaret, se refirió a la curación de Naamán el sirio, un no-israelita, con preferencia a los leprosos de Israel, para ilustrar que el amor y la misericordia de Dios no están condicionados por la étnica y los límites comunitarios. Algunos biblistas sostienen que esta historia del ministerio de Jesús con personas extranjeras anticipa lo que sucederá en los Hechos de los Apóstoles (el segundo volumen de Lucas), la universalidad de la salvación de Dios. En otras palabras, nadie está excluido del plan de salvación de Dios. En Hechos, los discípulos de Jesús se mueven fuera del mundo judío y entran en el mundo gentil, que muestra una mayor receptividad a la Buena Nueva, incorporando a todos al ámbito de la salvación de Dios. Por lo tanto, basándose en este tema de la universalidad de la misericordia y la salvación de Dios, la curación de los diez leprosos demuestra concretamente la generosidad y la misericordia infinita de Dios tanto para los 'de fuera' como para los 'de dentro'.

Reconociendo al misericordioso
"¿No fueron diez los curados? ¿Dónde estan los otros nueve? ¿Ninguno ha vuelto para dar gloria a Dios salvo este extranjero? "

¿Nuestro agradecimiento es importante para Dios? En el análisis final, aunque la gente vuelva o no a dar gracias a Dios, su misericordia sin límites brilla incluso en medio de la ingratitud humana y la infidelidad. Dios no condiciona su curación para que se curen sólo aquellos que vuelvan a darle gracias. Dios es misericordioso por su parte; y lo hace de la mejor manera posible. Desde el punto de vista humano, los que "reconocen" las bendiciones de Dios son, sin duda, la gente 'agradecida', porque ven los dones de este mundo, las personas de su entorno, los acontecimientos y las experiencias de este mundo como regalos que se les han dado y que no han ganado por sus propios méritos. El samaritano vio su 'nueva existencia " como un don de Dios, como un desbordamiento de la abundante misericordia de Dios.

"La gratitud es la bienaventuranza del corazón." Tener un corazón agradecido va más allá de decir simplemente "Gracias". Las personas agradecidas verdaderamente reconocen cómo han sido bendecidas y que todo lo que tienen y todo lo que son proviene de Dios. Tales personas pasan su vida agradecidas e inspiran a otros a pensar en su fuente de bendiciones.

El samaritano, modelo de fe y gratitud, mostró que poseía un corazón agradecido. Por lo tanto, regresó a la fuente de la misericordia divina.

¿Nos volvemos nosotros a la fuente de la misericordia con gratitud?

Naveen Rebello, SVD
Provincia INM