El P. Joseph Dillon SVD, nuestro cohermano irlandés, ha trabajado en varias parroquias. Recientemente se mudó a la parroquia de San Marcos en Sao Paulo. Desde el comienzo de la pandemia, Joseph ve la evolución y el progreso de este evento catastrófico como un desafío. Describe aquí algunas de sus observaciones y reflexiones.
El P. Joseph recuerda la celebración del Domingo de Ramos en la parroquia. Las iglesias estaban vacías y solo se celebró una misa. Además de eso, no hubo procesión de palmas, solo una virtual. Las restricciones son justificables y la tasa de mortalidad ha aumentado a 3000 por día en Brasil. Entonces el P. Joseph comienzó a expresar su descontento con la forma en que se está manejando la pandemia. El bloqueo nunca se hizo en muchas ciudades. Al comienzo de la pandemia, el presidente no aceptaba la necesidad de comprar vacunas y cerrar los comercios.
La falta de vacunas frena la tasa de vacunación. Brasil, antes de este Gobierno, era un país reconocido por sus campañas de vacunación. Es lamentable que hayamos caído a una categoría tan baja en menos de dos años por la incompetencia del presidente y sus ministros. Entonces el P. Joseph expresó su frustración y preocupación por algunas fiestas y bailes funk clandestinos. La policía no puede acudir a determinadas zonas por el peligro de muerte que puede producirse. La única forma en que la policía puede detener los bailes funk, que ocurren en las calles, es llegar antes de que llegue la multitud. Los líderes de estos bailes Funk organizan sus eventos a través de las redes sociales.
Por supuesto, en estos bailes, como los que se realizan en Paraisopolis, no hay restricciones, ni mascarilla ni gel de alcohol. Los jóvenes participantes beben y consumen drogas. Estos bailes funk comienzan a partir de las 2:00 a.m. con la ayuda de un sonido ensordecedor.
El P. Joseph, en medio de las situaciones negativas, comparte una acción esperanzadora: “En la parroquia donde trabajo, un grupo de personas de una de las comunidades se reúne cada semana para dar 280 cenas para los pobres. Con tantas bocas que alimentar, los problemas apenas comienzan”. El P. Joseph agrega: “No podemos volver a la vida cotidiana. He visto mucha generosidad en los grupos de la Iglesia dirigidos por gente sencilla. Se les considera héroes por la forma en que ayudan a sus semejantes ante los desafíos. La vida es demasiado corta; Necesito otros 20 años para empezar a hacer algo que valga la pena por los demás”.
Adaptado del compartir del P. Joseph Dillon, SVD