Wilken Fevrier es originario de Puerto Príncipe, Haití, e ingresó en los Misioneros del Verbo Divino en el Colegio del Verbo Divino de Epworth, Iowa, en agosto de 2013. Se graduó con una licenciatura en Filosofía en mayo de 2018 y ahora es novicio en el Noviciado del Verbo Divino en Techny, Illinois. Nos habla sobre su vocación."A veces es difícil imaginar lo que Dios tiene en mente para nosotros. La mayoría de las veces, como seres humanos, tendemos a pensar que Dios nos ha abandonado cuando las cosas no van bien. Pero una cosa es segura: Debemos confiar en Dios pase lo que pase.
El terremoto de Haití en 2010 me abrió los ojos sobre lo frágiles que somos. Viendo esa catástrofe, uno podría preguntarse dónde está Dios en todo este dolor y sufrimiento. Yo me hice esa pregunta. Después de un tiempo, me sorprendió ver cómo la gente cuidaba unos a otros y cómo rápidamente se convirtieron en una sola familia en ese momento tan difícil. Era la obra de Dios.
Reflexionar sobre esa experiencia me llevó a hacerme estas tres preguntas: "¿Por qué sigo vivo?" "¿Cuál es mi propósito en la tierra?" y "¿Cómo puedo ayudar al pueblo de Dios?" En 2013, mi esfuerzo por responder a estas preguntas me llevó al Seminario del Verbo Divino en Epworth, Iowa. Con la ayuda de mi director espiritual, pude reflexionar sobre el amor de Dios y su llamada a la vida religiosa como Misionero del Verbo Divino.
El 1 de agosto de 2018, entré oficialmente al Noviciado de los Misioneros del Verbo Divino para aclarar mi llamada a la vida religiosa y quizás para responder a algunas de las preguntas que tenía en 2010. Antes de entrar en el noviciado, había oído muchas cosas buenas al respecto. Aún así, estaba nervioso y no estaba seguro de si lo que había escuchado era cierto. Durante el mes de julio, antes de entrar en el noviciado, tuve muchos pensamientos e incluso dificultades para dormir, pues me preguntaba si debía ir al noviciado o no. Salía de mi habitación alrededor de la medianoche para ir a la capilla de la Residencia del Verbo Divino en Bordentown, Nueva Jersey, para orar y pasar tiempo en silencio. Una cosa que siempre recuerdo es el consejo que me dio mi ex director espiritual: "Wilken, es normal tener dudas." Con ese consejo en mente, día a día empecé a recuperar la esperanza en Dios y la confianza en mí mismo.
Después de tres semanas en el programa de noviciado, incluyendo una semana de retiro en silencio, me siento muy tranquilo y en paz. Para mí, el noviciado es un tiempo para cuidarme espiritualmente. El silencio, la soledad y la oración me ayudan a profundizar e imaginar lo que la vida me depara a medida que me acerco más a Dios.
No hay excusa, hay que crecer
El noviciado me permite ir más allá de todas las distracciones. Siento que no tengo excusa para no seguir creciendo espiritualmente. No tengo trabajos semestrales y ni exámenes como en los años universitarios anteriores. El noviciado consiste en experimentar a Dios en mi vida diaria en contemplación y oración. Veo todo como un viaje diario hacia Dios. Decidí no ir rápido, sino seguir caminando con confianza en la providencia de Dios. Estoy emocionado al ver lo que está por venir y al descubrir mi vocación. Tengo que seguir recordándome a mí mismo que Dios me cubre la espalda y que no tengo nada de qué preocuparme. Me muevo lentamente, pero con seguridad.
Como señala el número 512 de las Constituciones SVD, espero que al final de mi año de noviciado llegue a una comprensión más profunda de mí mismo, a una relación más estrecha con Dios y, por supuesto, a una mejor comprensión de la Sociedad del Verbo Divino, lo que me permitirá tomar una decisión madura y responsable para mi vida.
Wilken Fevrier
Publicado en "El Minuto Misionero" -
http://www.svdvocations.org/meet-our-missionaries/men-formation/wilken-fevrier