Los inmigrantes forman parte del panorama cotidiano de nuestras ciudades, barrios e Iglesia. En el rostro de los inmigrantes contemplamos la imagen de Cristo que dijo: “Era un extraño, y vosotros me hospedáis” (Mt 25,35).
Los últimos acontecimientos en las noticias, dejan ver el fenómeno migratorio como un drama inevitable para muchas personas a las que no le dan otra alternativa. Melilla es un caso evidente de tragedia. Cientos de inmigrantes intentan saltar cada semana la valla, el mayor salto a la frontera registrado hasta el momento.
Melilla es sólo la punta del iceberg para saber que hay muchas historias detrás de personas que vienen a otros países y culturas a sobrevivir o para poder darle un mejor futuro a sus familias desde la distancia.
A pesar de su situación legal o no, el inmigrante es un ser humano, creado y amado por Dios. Por ello, tiene su dignidad y sus derechos. Al cruzar fronteras, en busca de una vida mejor, el inmigrante deja atrás una familia, relaciones, amigos, etc. La nueva dura situación le obliga a rehacer su vida, encontrar trabajo e integrarse en una nueva sociedad, distinta de la suya. Algo no siempre fácil, pero posible gracias a la labor de muchas organizaciones no gubernamentales, asociaciones, Cáritas y congregaciones religiosas. La Congregación de los Misioneros del Verbo Divino es una de ellas.
El último Capítulo General, celebrado en 2012 en Nemi, eligió la pastoral con los inmigrantes como una de la prioridades de la Congregación en los seis próximos años. En muchos países del mundo, muchos compañeros se dedican a este apostolado tan importante ya desde el inicio de la congregación. De hecho, en los comienzos, la idea del fundador Arnoldo Janssen, al fundar la congregación en 1875, era de atender a los inmigrantes alemanes en las colonias germanas.
El Padre Marcel, de origen ghanés, misionero del Verbo Divino, empezó hace dos años con un grupo de 10 inmigrantes subsaharianos en la parroquia Nuestra Señora del Carmen en el barrio Su Eminencia de Sevilla. Hoy el grupo cuenta con centenares de inmigrantes, en su origen de Nigeria y Ghana. Al inicio, se juntaban los sábados para celebrar la eucaristía en inglés. Después de la misa, la parte más distendida y cercana consiste en juntarse en el salón parroquial para tomar un refresco e intercambiar sus alegrías y sufrimientos.
“Es el único momento de la semana que siento la paz interior. Olvido los sufrimientos y las luchas diarias. El rato en la misa presidida por el Padre Marcel y luego el intercambio con los demás hermanos que comparten la misma situación que yo, me hacen devolver la esperanza”, confiesa uno de los inmigrantes.
Poco a poco el grupo se ha ido ampliado además de este servicio que se presta desde la parroquia, existe la Asociación Casa de Todos. Se trata de una iniciativa de tres Congregaciones, entre las que se incluyen los misioneros del Verbo Divino. En ella se ofrece formación a familias españolas e inmigrantes en riesgo de exclusión social. Cursos de español, atención psicológica y asesoramiento laboral son algunos de los múltiples campos que tienen. En ellos participan personal cualificado y por supuesto un amplio número de voluntarios.
La Congregación del Verbo Divino, al ser multicultural e internacional, a través de su testimonio de vida comunitaria, quiere fomentar la inclusión de distintas comunidades culturales donde trabajan. Los miembros del Verbo Divino en España pertenecen a muy diversos países, ese rasgo les hace entender y acercarse a las realidades de forma más activa y cercana. Vivir en una comunidad internacional es un testimonio positivo que ofrecer a la sociedad española cada vez más mestiza.
Es un testimonio para mostrar que es posible vivir juntos a pesar de las diferencias raciales, culturales. Por todo el trabajo realizado hasta el momento y todo lo que queda por hacer la frase de José Freinademetz, primero misioneros del Verbo Divino en China, toma más fuerza que nunca en una realidad compleja en la que no podemos pasar indiferentes, ‘Muchos rostros, un solo corazón’ es como a muchas de estas personas, con sus historias de vida y superación, les gustaría que se les viera.
Sin vallas fronterizas que nos separe, con la dignidad que todo ser humano debe tener y merecer.
By: Modeste Munimi, SVD.